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LEYENDAS DE ARAGON













EL DRAGÓN DE OROEL DE JACA
 – En una cueva situada en las laderas de Peña Oroel habitaba un Dragón que tenía atemorizado a todo el valle. Un día, un caballero jacetano que se encontraba apresado por defender a las brujas de la zona, propuso su liberación a cambio de fulminar al dragón.
Este caballero no era tonto y gracias a su amistad con las brujas, sabía que los dragones tenían un secreto: eran capaces de hipnotizar a sus víctimas con la mirada.
Así pues, el caballero que conocía la leyenda de Perseo, pulió la superficie de su escudo de combate hasta convertirlo en un espejo y se dispuso a visitar la cueva del dragón cuando éste estuviese dormido.
Al despertar, el dragón se vio reflejado en el escudo y cayó hipnotizado por su propia mirada, momento que el caballero aprovechó para clavar la espada en su corazón y acabar con él, quedando así libre de su condena.














LAS TRES SORORES

Las Tres Sorores son el Monte Perdido (3.353 m), el Cilindro de Marboré (3.328 m) y el Sum de Ramond (3.254 m).
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo del Pirineo donde vivían tres hermanas huérfanas de madre, que se habían enamorado de tres jóvenes muchachos del pueblo con los que tenían pensado contraer matrimonio.
La vida transcurría con tranquilidad en la pequeña aldea haciendo los preparativos para los enlaces. Llegado este día todo el pueblo se hallaba reunido en la plaza, ya que por aquel entonces una boda era un acontecimiento, y no digamos tres.
Pero cuando estaba a punto de comenzar la ceremonia se oyó a lo lejos el sonido de unos caballos y al momento una horda de jinetes cayó sobre el pueblo sembrando la muerte y la destrucción.
Una vez pasado el ataque, los supervivientes se dieron cuenta de que faltaban las tres muchachas que iban a casarse. Estas habían sido raptadas por los bárbaros y trasladadas a su campamento, donde fueron encerradas en una tienda.
A la mañana siguiente, Eurico, caudillo de los invasores, se dirigió a la tienda y les explicó que el propósito de su rapto era para que se casaran con tres capitanes bárbaros que habían quedado prendados por su hermosura.
Ellas, horrorizadas por tener que contraer matrimonio con herejes, contestan que no, ya que están prometidas a sus novios y además no pueden renunciar a su fe.
Los visigodos lo siguieron intentando, hasta que cansados de negativas las convencen de que sus novios han abjurado de la fe romana y se habían casado con tres jóvenes visigodas.
Las tres hermanas se sintieron traicionadas por sus prometidos y aceptaron convertirse al arrianismo y casarse con los capitanes visigodos.
Pero el padre y los tres antiguos novios, que habían logrado huir del ataque de los bárbaros, habían formado un numeroso ejército que atacaba sin piedad los campamentos bárbaros. En una de estas escaramuzas el padre y los novios son apresados por Eurico.
Las tres hermanas, enteradas del engaño acuden donde esta preso el padre y le imploran perdón, pero éste al saber que estaban casadas con visigodos las repudia y las maldice por lo que las hermanas huyen desoladas a la montaña. Al día siguiente los prisioneros son ahorcados y en ese preciso momento una terrible tempestad de viento y nieve estalló en la montaña.
Al cesar la tormenta, en el lugar donde estaban las hermanas se levantaron tres rocas negras. Los bárbaros aterrados levantaron el campamento y ya no volvieron a esos parajes que desde entonces quedaron deshabitados. Estas rocas se conocen como los montes de las Tres Sorores, como recuerdo de la desdichada historia de las tres hermanas.







La Leyenda de la Cueva de La Mora



En este singular escenario cargado de historia, recogió Gustavo Adolfo Bécquer las dos leyendas que escribió sobre Fitero: el Miserere y la cueva de la Mora. Ambas historias parecen envueltas en el vapor de las aguas termales que el escritor vino a tomar a mediados del siglo XIX.


Los altos valles de la Sierra de Albarracín tienen especial encanto. Los pinares coronan las montañas, y descienden por las vertientes en graderías escalonadas, donde el enebro, el brezo, el gayuba y otros arbustos preparan, con la variada gama de sus verdores, el contraste de la pradera tapizada de florecillas, que viene a ser como la vindicación de la tierra que quiere gozar de un rayo de sol en medio del bosque umbroso.
Así hay un valle junto al pueblo de Guadalaviar, al pie mismo de la Muela de San Juan. Si las montañas del Canigó no se hallaran tan distantes vendrían aquí las hadas del gigante Pirineo para gozar del conjuro y hechizo misterioso de estos valles de Guadalaviar. Vendrían también las ninfas del lago de Bañolas, cantando estrofas verdaguerianas, en un rayo de luna o en el sutil carro de oro de un girón de luces de la aurora, para unirse a las ninfas más modestas de las fuentes que engendran el río Guadalaviar.
Pero aquí no hay más cantos que los de las aves, ni otra música que la de la flauta pastoril y la del rumor de oleaje de los pinos centenarios. Mas no todo es soledad en estos valles, que aquí en la vertiente oriental de la Muela de San Juan, en una pequeña garganta que abren las rocas, hay una pequeña fuente, pequeño trecho más arriba de donde están los manantiales del río Guadalaviar, y junto a la fuente abre sus fauces una gruta, llamada la cueva de la Mora.
La cueva no es muy grande, pero tiene, sin duda, misteriosas y recónditas moradas que no es lícito visitar a los simples mortales. Las gentes de Guadalaviar dicen que todos los años, en la mañana del día de San Juan, cuando las primeras luces del amanecer iluminan las cumbres de la Muela y van descendiendo para penetrar en las gargantas y en los profundos valles, de la cueva sale una bella joven mora, y dentándose junto a la fuentecilla con un peine de oro que brilla a los rayos del sol naciente se arregla su larga cabellera, mirándose en el cristal de las aguas que le sirven de espejo, y luego…, terminado su tocado, se adentra de nuevo en la cueva misteriosa y no se le vuelve a ver hasta la mañana del día de San Juan del año siguiente. Y así sucedió un año y otro, un siglo y otro siglo. Presa de singular encantamiento, la joven mora es huésped de la montaña y del bosque, sin que nadie sepa de dónde vino ni a quién espera.
Dícese que cuando los cristianos vinieron a dominar esta Sierra de Albarracín y huyeron los moros principales, llegó hasta el pie de la Muela un jinete trayendo en su grupa a la joven mora. Al llegar junto a la gruta bajó de su caballo, y ayudando a apearse a la joven, le dijo:
—Escóndete en la cueva, y espera aquí hasta que yo venga a libertare. Y luego huyó rápidamente por entre la espesura de los bosques.
Pero han pasado los años y los siglos, y el jinete almorávide no viene a rescatarla. Por eso esperará más tiempo todavía y volverá de nuevo a salir todos los años en la mañana de San Juan a peinarse con peine de oro junto a la fuentecilla.
Su prolongado encantamiento ha sido tomado por los moradores de la sierra como signo de constancia y de fe en una promesa y en una palabra empeñada…, y por eso, junto a la gruta y al lado de la fuente, que hoy llaman la fuente de los Mozos, acuden los jóvenes esposos de Guadalaviar a celebrar el segundo banquete de sus fiestas nupciales


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Luis Ara Palacios

Esta es para mi la leyenda mas bonita que tenemos de nuestras tierras , como se formaros los Pirineos.


Leyenda de Subo Pyrene

Pyrené, La leyenda de cuenta la formación de Los Pirineos




Hace miles de años, las tierras que hoy ocupan los Valles Pirenaicos sobre los que esquiamos, vamos de excursión y hacemos turismo rural, estaban bajo el dominio de Tubal. En esos oscuros tiempos en los que los dioses del Olimpo reinaban sobre la faz de la tierra y los seres humanos no eran más que simples marionetas con los que las deidades se divertían, Tubal reinaba sobre estas tierras que hoy habitamos, y tenía una bella hija llamada Pyrene.
Cuentan las crónicas que Pyrene era tan sumamente hermosa, que fueron muchos los que enfermaron de amor al verla mientras ella paseaba por los bosques. Pero por muchos hombres que fueran detrás de ella, el corazón de Pyrene estaba reservado para Hércules, el famoso héroe griego con el que la joven princesa se veía a escondidas en los bosques.
Pero a pesar de verse a escondidas, el amor de la pareja fue descubierto por Tubal. Encolerizado por los amantes, el padre de Pyrene desterró a Hércules, mientras que Pyrene, abandonada por la tristeza,seguía vagando por los bosques con la esperanza de que su amado Hércules regresaría hasta allí para buscarla y huir juntos.
Un buen día, mientras Pyrene paseaba por los bosques esperando a Hércules, se encontró con Gerión, un horrible ser de tres cabezas que quería poseer a la joven princesa. Por fortuna, Pyrene pudo escapar, pero Gerión, deseoso de hacer suya a la joven, incendió el bosque para que no pudiera esconderse.
Entonces, cuenta la leyenda que un águila que fue testigo de todo, avisó a Hércules, que acudió veloz hasta el lugar para rescatar a su amada, aunque cuando llegó, Pyrene estaba a punto de exhalar su último suspiro. Tomando a su bella amada entre sus brazos, Hércules le declaró su amor eterno, momentos antes de que Pyrene falleciese.
Roto por el dolor, Hércules enterró a su amor, colocando enormes piedras sobre el cuerpo de Pyrene.
El héroe trabajó con tanta pasión, que Hércules llegó a erigir montañas enormes de piedra para ocultar el cuerpo de ya bella princesa.
Y así, según cuentas las leyendas, nació el Pirineo. Del amor de Hércules y de la bella Pyrene, dando origen a la cordillera más bella e impresionante de la Península Ibérica, a imagen de la hermosura de la joven princesa.
 
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Otra leyenda ...


Las Brujas de la Nochebuena


“En el Turbón las brujas tienden la ropa al sol.”
“Cuando la boira cubre el turbón, habrá tormenta en todo Aragón.”


Cuenta la tradición que las brujas del Pirineo se reunían todas las Nochebuenas en el pico del Turbón, donde se realizaban aquelarres y misas satánicas. En un pueblo cercano, las Nochebuenas las pasaban con felicidad, abundantes comidas y misas del gallo.
Un año, una familia (la casa del señor Tomás) salió en pleno (menos la abuela, ya vieja, que quedaba en cama) a la misa del gallo a medianoche. De vuelta, para continuar con la fiesta, el señor Tomás acudió al corral a por vino y observó que su mejor mula llamada Capitana estaba muerta y con unos arañazos en el cuello y la fiesta acabó allí. Al año siguiente se pudo comprar un nuevo mulo al que llamó Carbonero, y en la nochebuena, al regresar de la misa del gallo vieron que el mulo estaba desangrándose por el cuello. Todos quedaron estupefactos, la historia se había repetido de nuevo. Al año siguiente el hijo de Tomás, Antonier, decidió quedarse en la cuadra a vigilar. Cuenta la historia que con el calor que había en la cuadra el joven Antonier se acabó durmiendo, pero despertó a medianoche y notó a los mulos nerviosos, intentó encender un fósforo, pero tras encenderlo algo lo apagó. De nuevo volvió a intentarlo y pudo observar un gato negro en el lomo de una de las mulas. Tomó un garrote y le dio con todas sus fuerzas al gato. Cuenta la leyenda que al día siguiente la abuela amaneció malherida en una pierna.
El pueblo oscense de Tella (comarca del sobrarbe) fue también uno de los lugares preferidos por las brujas para celebrar sus macabros aquelarres y hechizos. Hoy día la población acoge un museo dedicado a la bruja donde se recogen diversas historias relacionadas con la habitual presencia de brujas en la población, y hasta se tiene constancia de la Danza d’as Bruxas que todavía se baila en el pueblo.

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